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la onda
INFLUENZA, OXIDO Y CORAZON
on the music and words of Garcin y M by Russell Craig Richardson What is so uplifting about the music of Fernando Garcin
and Nestor M and what is 'folk'? It is not an academic style 'approved'
by authority, it is music made by living people who breathe a tradition,
and who create out of it, as mediated by their own lives.. the great temptation
for young Spanish musicians is to rebel against their Spanish 'blood'
and reject any local flavoring. but this is equivalent to denying your
upbringing, and leaks out in every phrase, every automatism anyway. (Is
Neil Young being 'Spanish' when he uses Am - G - F as the chord sequence
of 'Like A Hurricane'? Or Dylan/Hendrix in 'All Along the Watchtower'?
Or Patti Smith in 'Free Money'?) (Though, the 'pop music' trash of 'espanolismo'
excuses a lot of reaction!) Some contemporary music from Yugoslavia (e.g. Goran Bregovic)
manages the same feat - to be perfectly modern, perfectly aware of a world
of music, yet unmistakenly tied to its own time and place. (which brings
us back to the survival of the 'small' languages. And it's a beginning, not an end. As the music finds its groove, its own niche, so the words of Fernando have traveled their own journey. Always introspective (as all writers are), from his first years of 'La Nada Disponible', through 'la Mirada en trivia' and 'Nawi'. the mythologies, the underlying sadness, the refusal of 'el traje gris de la mediocridad'. [Parenthesis : when I came to Valencia, I was struck at the different sensibility of the people. Not at all the expected stereotype of 'Spanish'. When you are forced to live in a situation involving two languages, even languages as closely related as Valenciano and Castellano (I learnt to stop saying 'Español' very soon.) you have to constantly think about words, to weigh what you say. and this is even without the actual political and historical colourings of the two languages, with Valenciano sometimes the root language, the mother tongue. but also sometimes (am I mistaken??) the language of reaction??.which means Valenciano writers must always be hyper aware of their words - even if they choose to write in Castellano - much as Dylan Thomas was hyper aware of his English, having grown up in a non-Welsh speaking household, yet nevertheless, having absorbed all other aspects of 'Welshness' which make his English poetry so distinctive. And it seems to me that one very distinctive result of this 'difference' is that Valencians, as a whole, have a more ironic stance towards themselves, and a more cosmopolitan reach to their concerns. this manifests itself as a wry and self-deprecating humour not always found elsewhere in Spain.It also gives Valencians a marked affinity with the Anglo-Saxon world. Anyway, these are the thoughts which run through my mind as I listen to (and try to decipher, like a good student.) the lyrics of the two albums. end of parenthesis]. Always, Fernando's words have tended to the spoken, the breathed, ?the sung?. but now the musical component is integrated, no longer a beat-jazz backing to a more or less spoken or declaimed poem (cf the saxes on the album La Mejor Hora), or his early work with Breve Idilio and Terminal Sur, no longer even a perfect match of (stolen) song to piquant 'new' text (as in 'Hay dias Raros' or 'Plegaria 709') [Parenthesis two : On Delivery. 'Delivery' is the English
word denoting the way in wich a Well, we all need to work. as Lou Reed and Andy Warhol
tell us. Or as William Burroughs put it : "we need to do more work
on the hieroglyph of love and suffering". 'I almost sing', you said to me.. yes, Fernando. almost, almost. Close enough to touch. Russell Craig Richardson (c) *jus soli and jus sanguinis were two principles of Anglo-Saxon law of nationality : jus soli states you have the nationality of the country where you were born; jus sanguinis states you have the nationality of your parents' blood. As we were told by our History teacher (almost in a Monty Python style : "As you can imagine, the differences between these two laws caused an awful lot of History") |
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INFLUENZA, ÓXIDO
Y CORAZÓN Lo que resulta tan exaltante de la música de Fernando Garcín y Néstor M es su esfuerzo por alcanzar un lugar donde las influencias y el sentimiento se fusionen en un estilo auténtico. Por desgracia, no es tan fácil dar respuesta a la pregunta "¿Qué es auténtico?" El problema al que han de hacer frente los músicos (escritores, artistas ) contemporáneos en todas partes, pero particularmente en España, es el de decidir de qué tradición deben reclamarse y, tal vez, contra qué tradición necesitan pronunciarse. Esto me recuerda el cambio medieval en el derecho de filiación,
del jus soli frente al jus sanguini. En el caso que nos ocupa, la "sangre"
sería la tradición local de uno. En España, ello
implica la ineludible sombra del flamenco, de las guitarras, de los ritmos
3-3 / 2-2-2, (los diferentes compases del flamenco y los ritmos en que
se basan), del cante jondo, y cierta obligación poética
de decir (¿cantar?) la Verdad. Pero, por otra parte, para los músicos
valencianos existe una diferencia. El flamenco no es propio de la región,
como no lo es la influencia árabe, y las tonalidades renacentistas
resultan más características de la música popular
valenciana y mallorquina que los modos moriscos. (Incluso en la Tuna local
que, al igual que Clint Eastwood, y dependiendo de la cantidad de alcohol
que la banda y los oyentes hayan trasegado, puede ser buena, fea o mala). La "tierra" no es, pues, la del país en el que creces, es la música que escuchas, el país del oído. Las influencias. Y, a finales del siglo XX y principios del XXI, verse influenciado significa serlo por América. Por el blues, el jazz, por Bob Dylan, por Patti Smith, por el rock, incluso de segunda mano, a a través del pop inglés. Es inevitable. Como dijo el propio Bob Dylan en 1964, "En cuanto abres los ojos y los oídos, ya estás influido". Así que la pregunta, para cualquier individuo, es: "¿Cómo puedo aceptar todas mis influencias y sin embargo seguir siendo (o llegar a ser) yo mismo?" En la carrera de Fernando Garcín, podemos ver esa pugna año tras año. De un disco a otro, las modas del día han quedado atrás, y ha emergido una cierta voz personal. Ya en las grabaciones de La mejor hora, de 1998, emergía algo nuevo, una mezcolanza de lo acústico y lo poético, con el vigor que subyace a toda música verdadera. De hecho, retrospectivamente, ese álbum parece una búsqueda medida de un estilo que le siente bien. Esta canción es demasiado directamente "folk", esta otra es un homenaje demasiado explícito a la música americana Pero lentamente, y a retazos, la "otra" voz se manifiesta. En Tan fiero tan frágil el viaje casi ha llegado a su término. Prestad atención a la versión en directo de "La mejor hora", sincopada, feroz, poseída de sí misma. Poderosa en su sencillez. O escuchad "Lucky Bar", abiertamente influenciado por el idioma inglés, incluso en lo que al título hace, y en el solo aúllante como de Neil Young de su conclusión. Pero muy claramente, no es nada americano, un equilibrio perfecto. Y "Óxido", puras tonalidades valencianas hermanadas a un poema de lacónico humor (también "Música barata", en La mejor hora), todo en menos de dos minutos de puro pop. Se advierte en este disco una sensación de integración que penetra cada canción, una ligereza de toque y de armonía entre la instrumentación y la voz y las palabras, que señala, a mi entender, el inicio de una nueva senda, no sólo una nueva fusión de músicas folk/rock americana y española (insisto en este plural, en que son músicas no simplemente una música), sino que en la "intemperie" puede oírse el espíritu de París o de Bretaña (de Brassens o Gainsbourg o Vian o Prévert, de la chanson) o los sonidos desarrollados en el Berlín de los años veinte por Kurt Weill, que son asimismo los sonidos de hermosos supervivientes: música enteramente europea que ha sobrevivido al asalto del rock and roll de saldo y del Britpop sarcástico. Es un música íntima y reflexiva, de pequeñas habitaciones y público selecto que viene a escuchar. Es ésta una música que no se ha oído, conservado o archivado en la radio, sino que se ha mantenido únicamente en los corazones de los propios músicos que la han tocado un año, y otro. ¿Las cosas del óxido? Alguna música contemporánea de Yugoslavia (por ejemplo, la de Goran Bregovic) logra la misma hazaña: ser perfectamente moderna, perfectamente consciente de la existencia de un mundo de músicas, y estar sin embargo inconfundiblemente vinculada a su propio tiempo y espacio. (Lo cual nos lleva de nuevo a la supervivencia de las lenguas "pequeñas": bretón, gallego, vasco, lituano, romaní, valenciano -catalán incluso, me atrevería a añadir-, esos idiomas cuya mera existencia nos salva de la cárcel gris de la conformidad).Podría llamársela música folk, pero es folk urbano. Y prácticamente se ha extinguido en muchos países, donde lo ha sustituido un pop "europeo" huero y reiterativo. Así que aceptar una profunda y sincera influencia americana no resulta necesariamente malo. Tan fiero tan frágil y la maravillosa energía en directo que revelan las tomas de concierto han logrado por último alcanzar ese lugar en el que los sustantivos se ven despojados de sus adjetivos: esto es MÚSICA. Y es un principio, no un final. Al tiempo que la música iba encontrando su surco, su propio nicho, las palabras de Fernando Garcín han recorrido su propio camino. Siempre introspectivo (todos los escritores lo son), desde aquellos sus primeros años de La nada disponible, pasando por La mirada en Trivia y Nawi. Las mitologías, la tristeza subyacente, el rechazo a vestir "el traje gris de la mediocridad" Un paréntesis personal: Cuando llegué a Valencia, me llamó la atención lo distinta que era la sensibilidad de la gente: nada que ver con el estereotipo esperado del "español". Cuando se ve uno forzado a vivir en un contexto de idioma doble, aun tratándose de lenguas tan estrechamente relacionadas como el valenciano y el castellano (aprendí bien pronto a dejar de decir "español"), tiene uno que estar sopesando continuamente las palabras, midiendo lo que dice. Y eso, sin tener en cuenta el colorido político e histórico de los dos idiomas, siendo el valenciano la lengua raíz, la materna y, a veces (¿o es una falsa impresión mía?) el idioma de la reacción? Lo que significa que los escritores valencianos tienen que ser siempre muy conscientes de sus palabras -incluso si eligen escribir en castellano-, de forma muy similar a cómo Dylan Thomas era agudamente consciente de su inglés, al haberse criado en un hogar donde no se hablaba galés, habiendo sin embargo absorbido todos los demás aspectos del "ser galés" que hacen que su poesía en inglés resulte tan característica. Me parece que un resultado muy destacado de esta "diferencia" es que los valencianos, en conjunto, adoptan una actitud más irónica hacia sí mismos, y tienen un enfoque más cosmopolita de sus preocupaciones, lo cual se manifiesta en un sentido del humor burlón y modesto no demasiado frecuente en el resto de España. Ello asimismo confiere a los valencianos una señalada afinidad con el mundo anglosajón. En todo caso, éstas son las ideas que me atraviesan la mente mientras escucho e intento descifrar, como un buen estudiante, las letras de los dos álbumes. Fin del paréntesis. Las palabras de Fernando siempre han tendido hacia lo recitado, lo expirado, ¿lo cantado? Pero ahora, el componente musical está integrado, ya no se trata de un acompañamiento beat-jazz sobre el que se recita o declama más o menos un poema (pienso en los saxos de La mejor hora), como en su temprano trabajo con Breve Idilio o Terminal Sur, ni siquiera una conjunción perfecta de música "robada" y sugerente texto "nuevo" (como en "Los días raros" o "Plegaria 709"). Segundo paréntesis personal: Sobre la interpretación. "Delivery", literalmente "entrega", es el término inglés que expresa cómo se recita un poema o se canta una canción. Suele necesitar un calificativo: una interpretación mordaz, lacónica, etc. Pero también se puede emplear sin adjetivo. Hablar del DELIVERY, la "interpretación" de alguien implica que no se puede definir exactamente lo que hace, pero que puede experimentarse directamente como algo diferente y, de forma implícita, como un poder en el efecto que surten las palabras al ser pronunciadas (blues, cante jondo). Lo que ha cambiado drásticamente desde aquellos días de 1986 es la interpretación de Fernando Garcín. Al tiempo más segura, pero más juguetona, menos pausada y más "ella misma". La expresión precisa es "encontrar la propia voz", como debemos todos. Fin del paréntesis. Bueno, todos tenemos que trabajar, como nos dicen Lou Reed y Andy Warhol. O, como lo expresó William Burroughs, "Tenemos que trabajar algo más en el jeroglífico del amor y el sufrimiento". Se reduce a esto: a transmitir sentimientos sin miedo y sin mediación, usando la música para abrir las puertas al gozo, no a la melancolía. Ser mayores, más felices, en la tristeza, en la hermosura, en seguir estando en pie, todo lo cual quizás pueda transliterarse como "vivir, vivir es avanzar". Haberse inventado a uno mismo como se desea, ¡ah, sí! Pero se necesitan años y más años de duro trabajo para llegar allí. "Casi canto", me dijiste una vez. Sí,
Fernando. Casi, casi. Tan cerca como para tocarlo. Russell Craig Richardson (c) Traducción A.J. Iriarte
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